Alamar.
(2016, Colombia)
Dirigida por Alejo Correa.
Hastiado con lo que llama la “típica hipocresía colombiana de presumir que somos uno de los países más diversos sin esforzarnos por conocer nuestra propia diversidad” y convencido de que “el peor enemigo de un colombiano es Colombia”, Alejo Correa decidió filmar una película en la cual una pareja sencilla con aspiraciones modestas ve frustrados todos sus sueños por un torrente de trámites absurdos y por la resistencia de sus propias familias. Para completar la metáfora del desconocimiento del propio país, Correa decidió que los protagonistas deberían ser una pareja de chinos que viven en Cali y que la película debía estar hablada enteramente en mandarín.
Con esa premisa lanzó una campaña de crowdfunding bastante exitosa en redes sociales y con el dinero reunido comenzó a rodar algunas escenas y un tráiler que le ayudaron a conseguir cierta cobertura mediática. Esas notas de prensa eventualmente llegaron a los ejecutivos de una empresa estatal china que estaban explorando maneras de generar simpatía en el público colombiano para adelantar proyectos de infraestructura financiados con créditos del Bank of China. Los empresarios hicieron público su interés de financiar la película, pero cuando Correa les mostró lo que llevaba filmado quedaron escandalizados de ver actores chinos actuando totalmente en clave colombiana. En vez de entender el proyecto como una crítica a Colombia, lo denunciaron ante la embajada como sinófobo y adverso para los intereses de su país. La embajada, a su vez, presentó una queja formal ante la cancillería en la que pedía que se frenara ese proyecto “que atentaba contra los lazos de amistad entre las dos naciones”.
Correa, que desde el principio dio muestras de tener una sagacidad mediática bastante aguda, aprovechó la ocasión y la coyuntura electoral de 2014 para denunciar en redes que el gobierno prefería censurar a los artistas colombianos que hacer enojar a la potencia asiática que tan generosa se estaba portando con ciertos políticos nacionales y el escándalo cobró vida propia. Durante un par de semanas se volvió el tema de rigor en todos los medios y en algunas ciudades llegaron a registrarse actos de vandalismo contra comercios chinos.
Preocupada de que el escándalo pudiera afectar la marca país y ahuyentar las producciones extranjeras que llevaba años cortejando, PROIMACOL, la comisión fílmica colombiana, decidió financiar el proyecto en su totalidad. La película fue estrenada en 2016 y fue bien recibida por la crítica, pero Correa vio frustrado su anhelo de que su ópera prima fuera un éxito en el nada despreciable mercado chino, porque después del escándalo inicial, el periódico Renmin Ribao, considerado el vocero no oficial del partido comunista, “desaconsejó” su exhibición en las salas en ese país.