Sin navidad no hay fin de año
(1978, España).
Dirigida por Roger Mainar.
El amor también es mentir, mover el tiempo al antojo y necesidad de quien amamos. El amor es complicidad en ese engaño. “Sin navidad no hay fin de año” es una de tantas posibilidades de decir te quiero para decir adiós.
Es mayo de 1978 en Gerona, España y en ese diciembre se promoverá la primera Constitución democrática del Estado español después del franquismo. En pocos días de aquel mayo se llevará a cabo la fiesta de las flores tan tradicional para la ciudad. Pero nada de esto parece ser lo importante en nuestra historia, aquí todo gira en torno a Doña Carmen, la abuela y matriarca de la familia Carbonell. Sus ocho hijos y 22 nietos (y un biznieto que viene en camino) han crecido y construido una fuerte comunidad gracias a Doña Carmen, quien además de acogerlos y cuidarlos es un miembro importante del barrio viejo, donde viven desde hace varias generaciones.
Sabemos desde el inicio del filme la fuerte unión y amor familiar que existe, parece que cada uno de ellos juega el rol que necesita la maquinaria para esas enormes cenas de domingo en torno a Doña Carmen.
Son además, la familia que el pueblo espera lo que harán para la fiesta de las flores, Doña Carmen, experta siempre los ha dirigido.
Llenar la ciudad, los atrios y las calles de complejos arreglos florales es además un evento familiar, donde las discusiones y diferencias vinculan al espectador desde guiños inevitables a sus propias vidas familiares.
Pero Doña Carmen, en cama desde hace tres años, parece no durar mucho más, las reuniones de domingo son entorno a su cama donde ella, a ultimas fechas, solo habla de morir y la tristeza que le da saber que no llegará a las fiestas navideñas, tan importantes para ella. Ahí se da inicio a un plan para que la abuela pueda tener su navidad lo antes posible y de una película casi costumbrista nos preparamos para reír en cada escena que vendrá.
La familia debe primero que nada combatir el fuerte calor de 29 grados a la sombra, diseñando complejos sistemas de ventilación con cubos de hielos por todas las ventanas de la casa. Visitar a la abuela y cumplir los turnos de cuidados con robustos abrigos y guantes que cubren sus cuerpos desnudos y sudorosos, generadores de fuertes olores que también hay que combatir porque Doña Carmen esta muy incomoda y no entiende por que hay tanto olor a chivo, como ella dice.
La familia Carbonell decide que el motivo de la fiesta de las flores que ese año encabezarán será la Navidad y convencen al pueblo que en pleno mayo se llene todo de imágenes navideñas. Así, ese año las calles cubiertas de muñecos y copos de nieve ayudarían a convencer a la abuela de la navidad que habría llegado sólo para ella.
Asar castañas, usar guantes, gorros de gruesa lana, botas forradas de borrego y mas retos que la familia debe lograr son el remate a esta historia que culmina en un hilarante paseo por las calles de Gerona donde llevan a la abuela Doña Carmen en una extraña tina con hielos, en medio de villancicos, mientras todos, empapados en sudor la festejan y le dicen adiós justo como ella quería.
La sorpresa es cuando la abuela quiere esperar unos días para escuchar también las 12 campanadas de la iglesia, la familia Carbonell ahora debe conseguir uvas…
Dulce, hilarante, histórica comedia de enredos que nos recuerdan cintas posteriores como Adiós a Lenin tuvo en su momento de estreno una gran acogida por permitir y detonar la risa en medio de un momento histórico de profunda transformación, donde los españoles sabían que el fin de año bajo la dictadura de Franco no era posible sin un buen festejo.
_
Texto y fauxtograma escritos por Nirvana Paz