[Esta reseña se publicó originalmente en la revista Marvin]
Leila Guerriero: Bailando malambo para perder ganando
“Laborde no tiene la trascendencia que tienen otros festivales a nivel comercial, porque la comisión organizadora y los delegados han preferido eso. Pero es el bastión del malambo y para un bailarín es la consagración máxima” dice uno de los entrevistados en la página 44 del libro. Esa Laborde a la que se refiere es una ciudad de seis mil habitantes que queda a 500 kilómetros de Buenos Aires y en la que cada año se hace lo que ahí consideran “el más argentino de los festivales”, a pesar de que casi nadie en la Argentina –ni el mundo- sabe que existe. Es el festival de un baile folklórico llamado Malambo.
Para concursar, el participante necesita un año de preparación y, si tiene la desgracia de ganarlo, se debe someter a un pacto no escrito para no manchar el aura invicta de los que ganan: el ganador no puede volver a competir en ningún otro festival. El que gana, que suele ser joven, llega entonces al mismo tiempo a la cúspide y al final de su carrera y el único premio que recibe es ser por un año el rey de un mundillo desconocido por todos.
Leila Guerriero es una cronista argentina de una fama consolidada y merecidísima que, entre muchas otras, contó la historia del Equipo Argentino de Antropología Forense, la cual ha sido una pieza clave en la batalla legal contra los represores de la dictadura y con la que ganó el codiciado Premio Nuevo Periodismo de la FNPI.
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