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[Esta reseña se publicó originalmente en la revista Marvin]

MARTÍN CAPARRÓS: EL INTERIOR


La Argentina entera en 700 páginas y sin maquillaje publicitario.

Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957, @martin_caparros) lleva un par de décadas haciendo el tipo de periodismo narrativo que en los últimos años ha entrado en auge en América Latina y que este año parece haber llegado a una especie de consagración con el Nobel de Svetlana Alexievich. Caparrós es reconocido aquí y allá porque tiene una personalidad fuerte a la que no renuncia nunca cuando narra y porque ha mantenido a través de los años un antidogmatismo sin concesiones: no cede, por ejemplo, ante dogmas presuntamente intocables del periodismo, como no usar la primera persona del singular al escribir; tampoco cede ante las modas ideológicas del momento – fue abiertamente anti-menemista cuando toda la Argentina se regodeaba en la fantasía de la estafa noventera y ha sido rabiosamente antikirchnerista en años recientes a pesar de que el kirchnerismo materializó muchas de las cosas que pasó años anhelando en sus textos-. De tanto resistirse, Caparrós se resiste hasta a la clasificación: es un antiguo militante montonero que todavía hoy se define como una persona de izquierda pero que de vez en cuando deja escapar destellos de un derechismo puro y duro que los izquierdistas de manual jamás le perdonan.

Definiciones aparte, narrando Caparrós es imbatible. En El interior se propuso averiguar cuál podría ser el germen de “la argentinidad”. Qué podrían tener en común un porteño moderno, un salteño pretendidamente ancestral, un rosarino, un cordobés, lo militar, los campesinos, en fin, cualquiera que a su propia definición le ponga de sufijo “argentino”. Para averiguarlo, se subió a su auto y se dedicó a recorrer el norte del país, parándose en cada lugar donde algo le llamó la atención, hablando con todos los que pudo y, entre pueblo y pueblo, rumiando lo que iba viendo. Esa forma tiene el libro, El interior es un compendio de pláticas que se dan en parajes lejanos, en discotecas modernas, en bares chic, con personas promedio, con figurones como Fontanarrosa, con políticos ladrones y descarados que hablan con una honestidad escalofriante, con amas de casa, con personas de apellidos tintineantes.

Los argentinos son reconocidos, entre otras cosas, por su talento publicitario y por su literatura. Combinados, estos dos han creado muchas imágenes idealizadas de la Argentina y cada persona que se aproxima al tema elige la que más le gusta. El mérito más grande que tiene El interior es que va mucho más allá del retrato que los argentinos han querido venderle al mundo y captura todas las versiones del país que se pueden meter en 700 páginas. De un párrafo a otro vemos a la Argentina más racista, luego a la más solidaria, de repente la más cándida e inocente, seguida de la más malora y rantifusa. Entre uno y otro personaje a cada rato salen historias insólitas, como la de un pueblo entero que fue reubicado por los militares en los setenta para hacer una presa. A los habitantes del pueblo los mudaron a pocos kilómetros de donde estaba su pueblo original y, antes de inundarlo, los militares se dieron el gusto raro de arrasar el pueblo, no dejaron ninguna casa en pie. Con el tiempo resultó que en temporada de secas el nivel de la presa baja tanto, que los pobladores empezaron a visitar la cuadrilla donde originalmente estaban sus casas y a juntarse a hacer asados en los cimientos antes de que las lluvias volvieran a inundar el pueblo.

El interior es un libro tan bueno y tan revelador sobre la Argentina, que sería genial que pudiera tomarse como ejemplo para hacer en cada país una versión nacional con ese mismo método. Fue publicado por editorial Malpaso que, además, ofrece una versión electrónica de cortesía a quien compre el libro. Para recibirla hay que tomarle una foto a la primera página (con el nombre del dueño) y mandarla por correo electrónico a la editorial. Quien decida hacerlo, no desespere, la editorial tarda de diez a quince días, pero sí manda la versión electrónica.

Un pequeño bono para quien le interese: en este enlace hay un fragmento en MP3 de El interior narrado por el mismísimo Caparrós para un programa de la UNAM.

 

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